El edificio que cuenta con protección patrimonial fue transformado en un complejo que alberga múltiples funciones.
Después de décadas de abandono, el Palacio Raggio recuperó el esplendor que supo tener en 1910, cuando fue inaugurado para albergar un almacén de ramos generales y departamentos para renta.
El proceso de restauración comenzó en 2008, cuando la firma Fernández Prieto y Asociados adquirió el edificio para desarrollar un emprendimiento que abarca locales comerciales, residencias (que pueden ser explotadas para el turismo) y oficinas. La ubicación es de privilegio: la esquina de Moreno y Bolívar, a pasos de la Plaza de Mayo y en pleno corazón de Monserrat. Sin embargo, la recuperación tuvo sus complicaciones.
El edificio había sido concebido por el arquitecto suizo Lorenzo Siegerist con el estilo propio delacademicismo francés del que, al momento de comenzar la obra, quedaba poco. Luego de años de desocupación, a fines de los 80 fue tomado por decenas de familias y el deterioro de las instalaciones terminó siendo muy severo: había entrepisos precarios en todos los niveles, los locales habían sido subdivididos y parte de la planta baja estaba destinada a un estacionamiento cubierto.
“Cerramos la idea después de un viaje a Europa, donde es habitual la recuperación de edificios patrimoniales para alojar diferentes funciones”, cuenta el arquitecto Rodrigo Fernández Prieto, responsable del proyecto. Con la intención declarada, se definió la adecuación de las estructuras y la restauración y puesta en valor de las fachada e interiores. El programa requería recuperar la planta baja para un gran lobby y los pisos superiores debían contener 150 residencias tipo condominio para alquilar a largo plazo y temporario distribuidas en ocho plantas.
Las tareas se rigieron bajo los principios de conservación integrada y consolidación. En la práctica, esto implicó el reciclado de la totalidad de los espacios interiores. El esquema original y la galería perimetral fueron preservados.
Dadas las graves condiciones del edificio, la primera tarea consistió en el recalzado y refuerzo de las bases, que van desde el segundo subsuelo hasta la planta baja. Además se agregó una losa para hacer el atrio de acceso en el entrepiso, donde funciona un bar, una de las innovaciones del edificio. Además, se reforzaron las losas preexistentes y se sumó una última para soportar la piscina en la terraza.
El bar se realizó con cerramientos metálicos existentes que pertenecían a las ventanas que daban a los patios, las cuales fueron restauradas para generar un espacio de encuentro. En este sentido, cuenta la asesora en restauración Lilian Timinsky: “Se intentó aprovechar al máximo todos los recursos que tenía el palacio. Se sacó el machimbre de los pisos, se los pulió y con las maderas sobrantes se hicieron unas mesas”, ejemplifica.
De los trabajos de restauración, la mayor atención se la llevaron las fachadas. “Su estado de conservación era entre regular y malo: la superficie original de los revestimientos presentaba patologías originadas en agresiones de tipo biológico, químico o mecánico”, recuerda Timinsky de la etapa de diagnóstico. Peor era la situación de las fachadas de los patios de aire y luz, cuya conservación fue evaluada como mala e incluso muy mala. “Había suciedad generalizada en los paramentos que rodean el patio, como manchas negras de filtración de agua, chorreaduras de óxido, hollín, grasitud, desprendimientos y faltantes de revoques; fisuras y micro fisuras”, detalla la especialista.
Las tareas se rigieron bajo los principios de conservación integrada y consolidación. En la práctica, esto implicó el reciclado de la totalidad de los espacios interiores. El esquema original y la galería perimetral fueron preservados.
Dadas las graves condiciones del edificio, la primera tarea consistió en el recalzado y refuerzo de las bases, que van desde el segundo subsuelo hasta la planta baja. Además se agregó una losa para hacer el atrio de acceso en el entrepiso, donde funciona un bar, una de las innovaciones del edificio. Además, se reforzaron las losas preexistentes y se sumó una última para soportar la piscina en la terraza.
El bar se realizó con cerramientos metálicos existentes que pertenecían a las ventanas que daban a los patios, las cuales fueron restauradas para generar un espacio de encuentro. En este sentido, cuenta la asesora en restauración Lilian Timinsky: “Se intentó aprovechar al máximo todos los recursos que tenía el palacio. Se sacó el machimbre de los pisos, se los pulió y con las maderas sobrantes se hicieron unas mesas”, ejemplifica.
De los trabajos de restauración, la mayor atención se la llevaron las fachadas. “Su estado de conservación era entre regular y malo: la superficie original de los revestimientos presentaba patologías originadas en agresiones de tipo biológico, químico o mecánico”, recuerda Timinsky de la etapa de diagnóstico. Peor era la situación de las fachadas de los patios de aire y luz, cuya conservación fue evaluada como mala e incluso muy mala. “Había suciedad generalizada en los paramentos que rodean el patio, como manchas negras de filtración de agua, chorreaduras de óxido, hollín, grasitud, desprendimientos y faltantes de revoques; fisuras y micro fisuras”, detalla la especialista.
Fuente: Clarín
Link: http://arq.clarin.com/patrimonio/nueva-vida-Monserrat_0_1427257769.html
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