
Esa es la actividad que Hernán despliega desde hace 20 años, a poco de haberle pedido a la Virgen del Rosario de San Nicolás que le diera una mano para poder instalar un negocio del ramo y que en sus primeros tramos compartió con su hermano, Héctor, quien luego decidió tomar otra dirección. Lo singular es que sin imaginarlo, la propuesta bolichera fue dando lugar a una apertura cultural y artística que lo convirtió en una institución barrial.